Un cambio en la manera de entender la realidad
vulnerada.
Desde la creación
del SENAME alrededor de la década de 1980 en adelante se ha colocado dentro de la
agenda nacional el cuidado e integridad de los niños en condiciones
vulnerables, aunque si bien antes ya existían organismos dedicados a esto, la
creación del SENAME fue la medida para lograr legislar sobre el cuidado y
mantención de estos niños en los diversos centros a lo largo del país.
Pero es al momento
de fijar la vista en el trato hacia los jóvenes vulnerados cuando comienzan a
aparecer diversas prácticas que son inquietantes para el futuro de los jóvenes
y la población en general, pues hay actitudes que salen del circulo de
vulneración y se instalan en el inconsciente colectivo, al borde de prácticas y
actitudes como el racismo, clasismo y el rechazo prejuicioso. Aquí es donde nos
encontramos con el concepto de menosprecio y sus consecuencias en la
cotidianeidad de los jóvenes vulnerados, específicamente me refiero al daño
moral que se otorga al menospreciar, en este caso a los jóvenes vulnerados,
pero que es posible expandir a la totalidad de las personas a través de
diversos ejemplos. Este tipo de actitudes posee una característica especial en
lo que a sus consecuencias se refiere y como mencione anteriormente, es el daño
moral que, a diferencia de daño físico mantiene una línea diferente en cuanto a
su recuperación. Cabe destacar que el daño físico se puede transformar en daño
moral si “La persona afectada ve en él una actuación que lo menosprecia
intencionalmente en un aspecto esencial de su bienestar; no es ya dolor físico
como tal, sino la conciencia resultante de no ser reconocido en la propia
concepción que uno tiene de sí mismo lo que constituye la condición de daño
moral.” (Honneth, 2009, p. 24)
Frente a esto surge
una serie de consecuencias que creemos
invisibles, pero que tal vez no lo son y solamente están siendo ignoradas por
el SENAME y también por la sociedad, pues básicamente estamos frente a una realidad que en su
mayoría menosprecia a las personas que viven la vulneración sin tener en cuenta
las problemáticas que esto trae consigo, estas pueden ser de índole netamente
personal para aquellos que son menospreciados, pero que al ser entendidas en su
totalidad pasan a ser un problema más de la vulneración, en este caso un
problema de índole psicológica que necesita ser atendido para lograr que los
jóvenes que atiende el Sename logren desarrollar una autoimagen que este libre,
o al menos lo más posible, de aquella visión menospreciada de su condición para
que así su “integración” a la sociedad esté libre de daños morales en su
consciencia.
Una de las formas
de evitar esto yace en las manos del SENAME a través de la ayuda psicológica
que les puede ofrecer a los jóvenes que mantiene en sus centros, y por otra
parte un aporte positivo a este intento de resolución de la problemática del
menosprecio está en la educación de la sociedad sobre la condición de persona
que todos los integrantes de esta mantienen para lograr borrar los estigmas y
prejuicios que existen en torno a la vulneración de estos jóvenes.
Por lo tanto es de
mucha importancia buscar las instancias donde sea posible educar a la sociedad
sobre la igualdad de nuestra condición de ser humano y buscar también que el
SENAME se haga cargo del bienestar psicológico de estos jóvenes, pues está de
más recalcar que la vulneración a la que ellos se ven expuestos no ha sido
decisión de ellos, y que las consecuencias que esto trae no pueden ser
controladas por ellos mientras no reciban una formación que busque su bienestar
más que su integración a la sociedad como si de rehabilitación se tratara.
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